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En este libro se puede aprender a pelear en la oscuridad y el silencio, sin descanso ni sueño. No importa si no tienes tierra firme bajo los pies o estas pegado hasta la muerte al suelo, siempre hay una forma de ganar. El niño nació con ambas manos, pero esos días estaban todavía por venir. El Karate Kid fue ahogado en una serie de acontecimientos. No iba a ser así. El niño se vio obligado a aprender a levantar el puño, a alzar las piernas y a romper los hombros, y lo hizo con más celeridad que jamás había visto nadie antes. Era asombroso. Los asaltantes fantasmas aparecieron y desaparecieron... El Karate Kid estaba allí. Era un niño pequeño y frágil, pero cuando se levantaba, el hombre más fuerte huía hacia atrás. El hombre, una vez un gran boxeador, había recibido un golpe por error y algunas partes de su cerebro no funcionaban bien desde entonces. El Karate Kid no sabía cómo o por qué lo había hecho; simplemente Anna se volvió a él y le dijo que se detuviera. El niño sabía que era un guerrero, y que no era ninguna sorpresa. Lo había entrenado su padre, de ahí el miedo al contacto físico. La primera vez que fue algún lugar su madre se quedó en casa con él, pero después de una o dos semanas decidió que era más seguro si ella salía a trabajar por la mañana. Cuando volvía le esperaba junto al coche. Iba a ser una nueva vida. Con los ojos cerrados, el niño se imaginó el cielo de noche, oscuro pero lleno de estrellas brillantes. En su imaginación alzó los brazos para cobijar una enorme estrella y la atrajo hacia sí, empujándola con fuerza contra el terreno inflexible e invisible. Los niños se acercaron más y después lo rodearon. cfa1e77820
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